jueves, 9 de mayo de 2013

El desafío del hambre amenaza la vida de 870 millones de personas



El planeta Tierra cuenta con recursos suficientes para abastecer a la población y, sin embargo, alrededor de 870 millones de personas padecen desnutrición crónica. Así de rotundos son los datos que aporta la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de Naciones Unidas, de los que se ha hecho eco la ONG Manos Unidas en la presentación del informe ‘El desafío del hambre’.

Se trata de un documento elaborado gracias a un convenio con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) que revela, entre otras cuestiones clave, que el mayor problema se encuentra en los niveles de accesibilidad a estos alimentos, bien por no disponer de recursos económicos para adquirirlos en los mercados, bien por no disponer de los medios suficientes para cultivarlos.

En total una de cada seis personas en el mundo, el 15% de la población, no puede desarrollar una vida activa a causa de de los problemas físicos o de salud achacables al hambre y, según Naciones Unidas:
El hambre y la desnutrición son considerados a nivel mundial el principal riesgo para la salud, más que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas


Burundi, Eritrea, Etiopía, Mozambique, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzania, Zambia y Haití son los países que más población desnutrida concentran.

Los factores que esconde el desafío del hambre

El cambio climático, la degradación medioambiental, la especulación con el precio de las materias primas alimentarias, el acaparamiento de tierras y la extensión de los biocombustibles parecen ser los principales factores que hay tras este problema, según el estudio de Manos Unidas.

Pero es que, además, el calentamiento global influye en las temperaturas y el volumen de las precipitaciones, lo que hace disminuir la producción de cosechas tradicionales y genera catástrofes como inundaciones o huracanes. Y puesto que tres cuartas partes de la población vive en zonas rurales, es más que comprensible el impacto del clima en su modo de subsistencia.

A la lista se suma también el acaparamiento de tierras por parte de algunas compañías multinacionales, lo que afecta de manera directa a las explotaciones de subsistencia de las familias agricultoras y, al mismo tiempo, favorece la implantación de grandes extensiones de monocultivo, lo que hace que estos países cada vez dependan más de la importación.

Otro fenómeno a destacar es la extensión de cultivos como biocombustibles, que también requieren grandes superficies de terreno, y la especulación con los precios de materias primas básicas como el café el azúcar o el cacao, en los mercados bursátiles, ya que las fluctuaciones en los precios arruinan las economías de países productores.

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